Fragmentos
“… Resulta absurdo imaginar que los sentimientos se imponen a primera vista. Andando el tiempo, he comprendido que el amor precisa algo más que una impresión, un reflejo atractivo o una sacudida sentimental para que pueda durar toda la vida. Ni siquiera admito aquella sentencia que asegura que el amor es ciego. No, la ceguera está en los instintos, en las sacudidas sensitivas o en los chispazos emocionales que a veces surgen sin motivo alguno, generalmente potenciado por un exceso de alcohol. El verdadero amor jamás se ve afectado por la ceguera. Al contrario: tiene vista de lince, capta todo lo bueno y malo. Pero no se desmorona ni se pierde en desilusiones si se sabe prolongarlo más allá de las razones puramente instintivas.
Sin embargo, no voy a negarte que, en cuanto te vi, tuve la impresión de que algo había en ti que me atraía poderosamente, sin conocer aún cuál era la verdadera causa de aquel atractivo.
No me refiero a tu físico, ni a tu forma de vestir, ignoro lo que fue. Tal vez todo se debió a tu modo de expresarte, comedido, sereno y como arrancado de unas formas de vida para mí desconocidas. También podría ser que intervinieran esos posibles avances que en ocasiones captamos fuera del tiempo, como si lo que está aún por ocurrir se escapara de su futuro para instalarse en el presente como de puntillas.
Sin embargo, no voy a negarte que, en cuanto te vi, tuve la impresión de que algo había en ti que me atraía poderosamente, sin conocer aún cuál era la verdadera causa de aquel atractivo.
No me refiero a tu físico, ni a tu forma de vestir, ignoro lo que fue. Tal vez todo se debió a tu modo de expresarte, comedido, sereno y como arrancado de unas formas de vida para mí desconocidas. También podría ser que intervinieran esos posibles avances que en ocasiones captamos fuera del tiempo, como si lo que está aún por ocurrir se escapara de su futuro para instalarse en el presente como de puntillas.
Lo cierto era que no podía dejar de mirarte…
…Luego estaba tu sonrisa: una especie de gesto armónico que no se podía saber con exactitud si reflejaba alegría o tristeza. Creo que fue aquella vez cuando descubrí que también las sonrisas pueden ser tristes…"
Autora: Mercedes Salisachs. Libro: "Reflejos de luna"
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