Sobre defectos y virtudes...
Me refiero a que conocí al hombre que se suponía que iba a estar conmigo para el resto de mi vida. A mi lado hablándome, escuchándome, apoyándome, acompañándome, amándome, mirándome, también soportándome, comprendiéndome, sorprendiéndome, ....y una infinidad de cosas más. Pero esa suposición ilusa tuvo su fin.
Ese hombre que lo era todo para mí desde que le conocí, hizo que no viera nada más a mi alrededor, como si no existiera nadie más. Como si me hubiesen puesto un "tapaojos" para caballos, ¿se dice así? pues así fue, ya no existían más hombres para mí, y por mucho que mirara a los demás, ninguno despertaba en mí ese amor que le tenía y esa pasión que sentía hacia él.
Tengo que aclarar que después de mi gran decepción por "él", de nuevo miro a los hombres, los observo y me atraen, algunos claro, no todos, que una tiene sus preferencias.....
Como iba diciendo, al principio de la relación, él me decía de vez en cuando que le dijera sus defectos, y yo como una ingenua le decía: "No tienes ningún defecto, quieres que me lo invente? Si es que no veo ninguno, me gusta todo de ti." Y le sonreía y me dejaba arrastrar por él, por sus encantos cuando hoy la mayoría de ellos no son más que defectos para mí.
Sus cambios de humor para mí no eran más que mi pensamiento de disculparle y decirme a mí misma "ha tenido un mal día".
Una vez que pasamos a la convivencia, sus ausencias (me refiero a que teniéndolo al lado, si le hablaba había veces que me contestaba con un "sí" o un "no", deseando dejar la conversación y seguir mirando la tv o simplemente mirar al infinito), no eran más que mi pensamiento de disculparle y decirme a mí misma "estará preocupado por el trabajo, o por el dinero para llegar a fin de mes, con tantos gastos que hemos tenido ultimamente...."
Sus ausencias ya físicas, cuando el horario laboral se suponía que ya había llegado a su fin en el día y yo ya había vuelto del trabajo, no eran más que excusas suyas diciéndome que tenía mucho trabajo, que volvería tarde. Y para mí suponía calentamientos de cabeza y preocupación.
Sus salidas poco a poco continuas sin contar conmigo, no eran más que un escape que él buscaba y para mí suponía una lejanía, una gran preocupación, se iba distanciando de mi. Nada más salir él por la puerta yo me ponía a llorar. Y así se instaló la desconfianza en mi corazón. Y más tarde, se instaló la soledad acompañada de la que ya hablé aquí en un anterior post.
La desconfianza lleva a discusiones, enfrentamientos, y a lo evidente de nuestra relación. No funcionaba, nos dábamos un tiempo para que todo mejorara y no separarnos, pero "él" volvía a las andadas. Nuevas discusiones, nuevos enfrentamientos, nuevas salidas, y vuelta a empezar.
Con el tiempo se fue convirtiendo en un círculo vicioso, si desconfiaba de él era con motivo de sobra. Pero él sabe atacar muy bien, me echa cosas en cara, me detalla uno por uno mis defectos y consigue que tenga la autoestima por los suelos.
Por supuesto que él tenía defectos, como todos y cada uno de nosotros, y los vi con el paso del tiempo, pero aún así con todos ellos le seguía queriendo.
Esas virtudes que años atrás veía en él, se quedaban en nada al lado de sus defectos, pero no me he dado cuenta hace poco, llevo varios años viendo realmente como es, y lo más triste es que cuando le miro a la cara sólo veo delante de mí a un perfecto desconocido.
Ya no llevo el tapaojos conmigo, las situaciones y los hechos han sido los que me han dejado mis ojos al descubierto.
Y como dice la frase de mi perfil: "es mejor herir el alma con una verdad, que alimentar el corazón con una mentira"
Da igual los pocos o muchos defectos que uno tenga. Ultimamente mi corazón se alimentaba de mentiras, y esa no era la forma de sobrevivir al amor. El corazón necesita de cuidados diarios, y no basta que una persona esté con otra simplemente por estar.